Descubre cómo el turismo responsable y comunitario puede transformar ecosistemas, empoderar comunidades y generar desarrollo económico en México y la región
El auge del turismo y sus desafíos datos de valor:
- 86.4 millones de turistas internacionales recibió México en 2024, lo que lo colocó como el sexto país más visitado del mundo.
- 33,000 millones de dólares generó México en ingresos turísticos en 2024, un crecimiento del 7.4% respecto a 2023.
- 463% aumentó la biomasa marina en el Parque Nacional Cabo Pulmo (Baja California Sur) en una década, gracias a la gestión comunitaria que transformó la pesca en ecoturismo.
- 8 millones de dólares anuales produce hoy Cabo Pulmo en ingresos turísticos sostenibles para la comunidad local.
- 95% han caído las poblaciones de fauna silvestre en América Latina en las últimas décadas, lo que subraya la urgencia de un turismo regenerativo.

Por Samantha Nolasco
El turismo es una de las fuentes con más PIB en la región. En 2023 el sector aportó por sí solo casi el 8% del PIB regional 319,500 millones de dólares incluso superando los niveles antes de la Pandemia.
En 2023 el turismo también generó 17 millones de empleos, México es un ejemplo destacado, según Sectur, en 2024 recibió 86,4 millones de turistas internacionales (15% más que en 2023) y captó casi 33,000 millones de dólares, lo que representa aumento del 7,4% con respecto al año previo.
Mayra Jiménez, vicepresidenta de la Asociación de Negocios e Industria Verde, capítulo mexicano de la Cámara Verde LATAM y directora general de “Manos a la Tierra”, expone en entrevista con Latank Media la importancia económica del turismo para el país, siendo la segunda fuente de ingresos después de las remesas. Generando aproximadamente $280 mil millones de dólares anuales.
Sin embargo, a pesar de ser una de las naciones más megadiversas del mundo, con una riqueza inigualable en selvas, desiertos, bosques y costas, México aún no lidera el turismo sostenible a nivel global, un puesto que ostenta Costa Rica.

Una de las reflexiones centrales de la entrevista es la diferencia fundamental entre ser un “turista” y un “viajero”. Jiménez describe al turista como alguien que sigue un camino más convencional.
“Llegas y ves miles de personas que están horas tratando de sacarse la mejor selfie, con el mejor outfit, aunque sea en invierno […] y pueden quedarse horas tratando de sacar la mejor selfie, pero no observan el lugar. Entonces eso es una diferencia entre turista y viajero”
Pero la reflexión es mucho más profunda si pensamos en el “poco tiempo que la gente tiene para viajar y generalmente cuando viajas, te relajas. […] En esa relajación, pues también relajamos nuestros compromisos ambientales y nuestra mente […] se ha comprobado que un turista consume el doble de residuos o genera el doble de residuos que cuando está en su casa en el día a día”, destaca Mayra.
La expansión turística tradicional suele ejercer enorme presión sobre el medio ambiente y las comunidades locales. En México también la PROFEPA documenta que los desarrollos en las costas mexicanas (hoteles, marinas, campos de golf) causan modificación y destrucción del hábitat de fauna terrestre y acuática.
Esta contaminación de suelos y cuerpos de agua son causados por vertidos residuales, alteración de dunas costeras y manglares, ocupación ilegal de la zona federal marítimo–terrestre.
De igual forma, el uso de recursos es excesivo: un turista puede llegar a consumir hasta cuatro veces más agua en su destino que en su hogar, exacerbando la escasez hídrica en regiones secas como pueden ser las playas.
En lo social, el turismo intensivo también genera gentrificación y desigualdad. En el Caribe mexicano (Cancún, Playa del Carmen, Tulum) las rentas han subido abruptamente –hasta un 50%–, expulsando a familias de bajos ingresos de sus barrios.
La WWF documenta una caída del 93% en las poblaciones de fauna silvestre de Latinoamérica en las últimas décadas. En suma, la combinación de daños ambientales, uso excesivo de recursos y presión sobre comunidades refuerza la necesidad de un turismo responsable.
¿Qué es el turismo responsable?

“Imagínate que llegues a un sitio ecoturístico y lo maravilloso que es: que sí te vendan comida local, que te vendan en empaques que no contaminan, que en vez de venderte tanta coca, sabritas y otras cosas, pues te vendan cosas de la región […] y que los turistas que viajen, pues realmente se puedan meter a la cultura y que además de esto, pues también genera una economía local” dice la directora de la asociación “Manos a la Tierra”.
El turismo responsable no es simplemente “viajar verde”, sino un compromiso integral con las personas y la naturaleza. Se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En palabras de la UNESCO, el turismo sostenible debe ser “aquel que respeta tanto a la población local como al viajero, el patrimonio cultural y el medio ambiente”.
- Sostenibilidad ambiental: la prioridad es la ecoeficiencia. Esto significa usar energías limpias y sistemas de bajo consumo, además de garantizar el reciclaje total de agua y residuos.
- Economía local fortalecida: el objetivo es que la mayor parte del dinero del turista se quede en la comunidad. Esto se logra eligiendo alojamientos familiares, contratando a guías locales y comprando artesanías autóctonas. De esta manera, se fortalecen cadenas de valor regionales, como las rutas del café, multiplicando el beneficio económico en la zona.
- Equidad e inclusión social: el desarrollo debe beneficiar a todos, especialmente a mujeres, pueblos originarios y grupos vulnerables. Se promueven cooperativas gestionadas por mujeres indígenas y se actúa para proteger tierras comunales de la especulación. Además, se usan tarifas diferenciadas y cuotas de empleo para evitar que el turismo encarezca la vida de los residentes.
- Control y regulación: para proteger los ecosistemas, se implementa el control de la capacidad de carga. Lugares como Machu Picchu limitan el número de visitantes diarios.
- Educación y conciencia: los guías locales deben recibir formación para transmitir al visitante la fragilidad del entorno.
Iniciativas destacadas en la región
En América Latina surgen ya ejemplos concretos de turismo responsable, en México está Cabo Pulmo, quienes se dedican a la conservación marina de forma comunitaria. En Baja California Sur, pescadores locales transformaron un arrecife moribundo.
El Parque Nacional Cabo Pulmo se estableció en 1995, y los residentes ampliaron voluntariamente su zona de veda al 100%. Diez años después la biomasa marina se había recuperado en un 463%, atrayendo a buzos de todo el mundo.
Hoy el ecoturismo en Cabo Pulmo genera cerca de 8 millones de dólares anuales para la comunidad, fondos que se invierten en infraestructura local y servicios. Gracias a este éxito, México promueve ahora crear 10 nuevas “Áreas de Prosperidad Marina” para 2030, expandiendo los beneficios a otras comunidades costeras.
Organizaciones internacionales promueven sistematizar estos esfuerzos, ONU Turismo (OMT) enfatiza que un país con vastas áreas protegidas puede convertirse en líder regional si adopta el ecoturismo. Por ejemplo, Colombia recibió en 2023 casi 5,87 millones de visitantes (8,2% del total latinoamericano) y la mayoría optó por parques nacionales y reservas naturales, mostrando un gran potencial de crecimiento sustentable.
¿Por qué la Pandemia cambió el turismo?
La crisis de COVID-19 dejó una profunda reflexión: al detenerse los viajes en 2020, muchos destinos vieron sus ecosistemas recuperarse. Playas poco transitadas acogieron la anidación de tortugas en zonas antes inaccesibles, y los animales silvestres volvieron a áreas urbanas turísticas.
Con la reactivación, existe un consenso por no repetir el modelo previo. Por ejemplo, varios parques nacionales de la región ahora aplican reservas electrónicas y cupos limitados para evitar masificaciones repentinas. Además, se diversifican los destinos promocionados para atraer turistas a sitios menos concurridos y aliviar la presión sobre los puntos clásicos.
El cambio climático añade urgencia al problema. Huracanes más intensos han destruido infraestructura turística en el Caribe, y la subida del nivel del mar amenaza playas populares.
Los especialistas proponen avanzar hacia el turismo regenerativo, donde cada visitante ayude a restaurar el entorno. WWF Colombia sugiere acciones como plantar árboles, limpiar playas o reintroducir especies locales con participación de turistas. En sus palabras, el enfoque debe incluir “la restauración de ecosistemas clave, el monitoreo participativo y la reintroducción de especies”. Estas actividades transformadoras convierten al viajero en parte activa de la conservación, en lugar de consumidor.
Preguntas para pensar Latank:
#ViajeroResponsable: ¿Qué acción concreta tomas en tus viajes para dejar un impacto positivo en la comunidad o el ambiente?
#CaboPulmo: Si tuvieras que elegir, ¿preferirías un destino saturado o uno que limita sus visitantes para garantizar la conservación? ¿Qué estás dispuesto a pagar por un viaje que cura la Tierra?







