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Migrar con dignidad: el reto pendiente en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria

Migrar con dignidad en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria

En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, recordamos que más de 265 trabajadores humanitarios han perdido la vida en 2025, mientras organizaciones como Médicos Sin Fronteras atienden a miles de migrantes atrapados en un ciclo de violencia y abandono.

Cada paso que da una persona migrante por la selva del Darién, la frontera norte de México o los retenes en Centroamérica es un recordatorio brutal de que la movilidad humana sigue marcada por la violencia y la desprotección. Aun así, miles de trabajadores humanitarios ponen su vida en riesgo para atender a quienes lo han perdido todo.

¿La paradoja? Mientras más necesitan protección, más expuestos están tanto migrantes como quienes los asisten.

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria

El 19 de agosto, el mundo conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. La fecha busca honrar a quienes, en medio de crisis, ofrecen ayuda vital. Sin embargo, las cifras revelan la dimensión del desafío: solo en 2025, 265 trabajadores humanitarios han muerto y más de 200 han resultado heridos o secuestrados, según la ONU. Convoyes atacados, hospitales destruidos y accesos bloqueados forman parte de una realidad que amenaza la misión de salvar vidas.

MSF: Cuando salvar vidas implica alzar la voz

En este contexto, Médicos Sin Fronteras (MSF) se ha convertido en un actor clave en América Latina. Su más reciente informe, “Rechazados”, documenta cómo los cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos, México y Centroamérica están dejando a miles de personas sin opciones seguras.
Entre enero de 2024 y mayo de 2025, MSF brindó más de 90,000 consultas médicas y 17,000 atenciones de salud mental, muchas de ellas vinculadas a traumas sufridos durante el trayecto migratorio. También atendieron a casi 3,000 sobrevivientes de violencia sexual, un indicador devastador de los riesgos que enfrentan especialmente mujeres, niñas y personas LGBTQ+.

El informe denuncia que medidas como el Título 42 en EE. UU. y el despliegue de fuerzas de seguridad en México no detienen la migración, sino que empujan a las personas hacia rutas más peligrosas y a las manos de redes criminales. “Estamos viendo un deterioro en la salud física y mental de miles de personas que ya venían huyendo de contextos de violencia extrema”, advirtió el director de MSF en América Latina.

La contradicción es clara: mientras la OIM y la ONU piden proteger a trabajadores humanitarios y garantizar rutas seguras para los migrantes, las políticas actuales han creado un ciclo de violencia y abandono. La asistencia llega, pero cada vez bajo mayores amenazas.

La pregunta que queda es incómoda pero necesaria: ¿qué pasará si la región sigue normalizando la violencia contra migrantes y quienes los ayudan? Y más aún, ¿estamos dispuestos como sociedad a exigir a los gobiernos políticas que garanticen no solo fronteras seguras, sino también vidas dignas?

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