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Los Huizaches vuelven a su casa después de 100 años; esta es la historia de Chaponeros

Imagina plantar un bosque de más de 500 árboles nativos de la nada, esto y más es lo que han logrado los Chaponeros Lomas Estrella en una de las alcaldías más habitadas de Latam

Imagina plantar un bosque de más de 500 árboles nativos de la nada, esto y más es lo que han logrado los Chaponeros Lomas Estrella en una de las alcaldías más habitadas de Latam

Tras un siglo de ausencia, el huizache, árbol endémico del Valle de México y especie emblemática del antiguo Huizachtépetl, que en náhuatl le confiere su nombre al emblemático Cerro de la Estrella como lugar de huizaches, ha regresado a Iztapalapa. 

Este hito no sucedió por un decreto gubernamental, ni mucho menos obra de la espontaneidad, sino por la tenacidad de un grupo de vecinos que, con toda la convicción de que el lugar próximo a sus casas tuviera otra vista que no fuera basura, un cerro pelón o desechos de construcciones -además de un profundo amor por su tierra- decidieron reescribir el paisaje de un lugar icónico de la capital mexicana. Esta es su historia.

El nombre de Iztapalapa resuena con toda una historia prehispánica detrás, lo que nos da una idea de su antigüedad e importancia, es una de las alcaldías más pobladas no sólo en el centro de México sino de toda América Latina, con cerca de 1.8 millones de habitantes según el INEGI (en su censo de 2020).  Muchas veces le hemos visto en películas reflejando realidades urbanas complejas cercanas a la precariedad. Sin embargo, este gigante en el oriente de la Ciudad de México, también alberga historias de suma esperanza.

Sin duda Iztapalapa es un lugar de una riqueza cultural inmensa, pero también un territorio donde el concreto a menudo le ha ganado la batalla al espacio verde. De acuerdo con datos de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA), Iztapalapa presenta una de las cifras más bajas de áreas verdes por habitante, apenas 6.67 m² por persona, por debajo de los 9 m² que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este dato no puede pasar desapercibido por nadie que conozca este territorio del cual no hay desperdicio para construir y habitar; debido a su ubicación estratégica y cercanía a las áreas que concentran los centros de trabajo más importantes de México. 

Iztapalapa es la alcaldía más famosa porque es la que menos áreas verdes tiene por habitante”.

La fundadora de Chaponeros tiene un doctorado en  ciencias biomédicas, su especialidad son las hormonas sexuales y cómo influyen en el funcionamiento del corazón. Hace exactamente siete años subió por primera vez al área verde dentro de su colonia, Lomas Estrella, y lo que encontró fue desolador. Aquel panorama desértico y sucio inspiró sus ganas de cambiar esa realidad.

Yo subí por primera vez al área verde que se encuentra dentro de nuestra colonia y estaba completamente abandonada, hacia donde miraras había basura. Cantidades impresionantes de basura, cantidades impresionantes de cascajo. Nos quejábamos porque también la zona era incendiada. En algún momento alguno de los vecinos llegó a contar hasta seis incendios en una sola temporada de estiaje, de sequía. Pregunté a diferentes vecinos y me dijeron que la alcaldía tendría que dar mantenimiento, y a mí se me ocurrió preguntar, ‘entonces, si yo quiero arreglar un pedacito, si yo quiero arreglar algo’ y me dijeron ‘sí, lo puedes hacer’ … Ah, pues perfecto”.

La chispa que no quema; planta árboles

Primero sola, Natalia, comenzó un trabajo de reforestación urbana en un pedazo de 50 o 70 metros cuadrados. Limpió, cortó hierba y lanzó un aviso en el chat de seguridad vecinal.

Así fue como empezaron a llegar más vecinos de aquí de la colonia, si bien empecé yo solita, los amigos inmediatos que me apoyaron fueron Daniela, Luis, Marco, Angelita y Roberto. Después llegó más gente”. Así, de manera orgánica, por el simple deseo de transformar su entorno, “surgió Chaponeros, por el amor a la naturaleza y querer ver una zona restaurada”.

Chaponero, en la región hidalguense, también en el centro de México, se le llama a quien a machete limpio corta la maleza y hace surcos en la tierra para que el fuego no avance y no devore todo a su paso. De ahí el nombre. Estas fueron las primeras hazañas de los Chaponeros de Lomas Estrella, con machetes surcaron las tierras para que los incendios provocados de la zona no llegaran al área verde.

El camino no fue fácil, al principio, el escepticismo y la falta de apoyo fueron la norma. Natalia Pavón recuerda que “el abandono fue devastador”, pero la comunidad no se detuvo. “Pasamos toda una serie de acosos, denuncias, agresiones verbales, la gran mayoría por vecinas que no entendían qué era lo que íbamos a hacer”. Económicamente, también fue un reto: “los gastos que se generaron también fueron de nosotros, mantuvimos el proyecto hasta que crearon el “Festival Chaponero”, con venta de comida vegana y plantas nativas, para ser congruentes y autosustentables.

La importancia de las especies endémicas

Un momento crucial llegó cuando una de sus integrantes, Gabriela Castro, insistió: “si vamos a hacer esto, lo haremos bien” lo que significó enfocarse en “reforestar y revegetar con especies nativas”, que han demostrado brindar beneficios ecológicos esenciales. Esto requirió una investigación minuciosa para determinar cuáles eran las especies nativas y buscar la orientación de expertos de instituciones como el Jardín Botánico de la UNAM y Corena, además de diversos colectivos que han ayudado con el apoyo de especialistas. Esto fue crucial, ya que el cerro había sido anteriormente un monocultivo de pirules, un árbol que no es originario de México.

“La naturaleza se ha impuesto, después de que el Cerro de la Estrella estuvo pelón en 1930 comenzaron con una campaña de reforestación de pirules y eucaliptos. Muchos eucaliptos se han secado, se han caído, los pirules están enfermos, por plagas que les han atacado y varios también se han caído. Entonces, de nuestra mano fue que volvieron los huizaches. Después de casi 100 años volvieron a nuestra zona”, cuenta Natalia a manera de anécdota.

La plantación de especies nativas es de suma importancia en los trabajos de restauración ecológica como los realizados por Chaponeros, debido a los múltiples beneficios ecológicos y servicios ecosistémicos que proporcionan. Estas especies, a diferencia de las no nativas, están intrínsecamente ligadas al ecosistema local, ofreciendo alimento y hábitat crucial para la fauna silvestre, como lo demuestra el aumento de la biodiversidad de aves y anfibios en el área restaurada de Lomas Estrella. 

Además, las plantas nativas juegan un papel esencial en el mantenimiento de los ciclos de lluvia, filtrando y liberando agua de manera más eficiente que las especies exóticas, las cuales tienden a retener una mayor proporción del recurso hídrico para sobrevivir. En contraste, el retorno a especies nativas como los huizaches ha demostrado ser exitoso. Por ello, la identificación de las especies nativas locales se establece como el primer paso crucial para cualquier proyecto de reforestación o restauración, asegurando la funcionalidad y sostenibilidad del ecosistema a largo plazo.

“El hecho de que tú pongas un árbol no es nada más que te brinde oxígeno, que te brinde sombra. Ese árbol va a filtrar agua hacia el subsuelo y si no es un árbol nativo, se va a quedar con la mayoría de esa agua para su crecimiento, para su desarrollo y va a filtrar el 30%, digamos, quedándose con el 70”, explica Natalia, curtida por la experiencia que le ha dado sembrar y por consecuencia aprender minuciosamente esta parte de la biología.

Consejos para replicar el método Chaponero

La reforestación urbana emerge como una estrategia poderosa y tangible para mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la calidad del aire y la vida de los ciudadanos, y fomentar la biodiversidad en medio del asfalto. Pero, ¿cómo podemos replicar con éxito los esfuerzos de reforestación que están marcando la diferencia? 

La necesidad de integrar la naturaleza en nuestros entornos construidos se vuelve apremiante, ante la crisis climática, en varias urbanidades las personas se han organizado para plantar árboles como medida desesperada, en ese caso hay riesgo de errores que se pueden cometer, por ello la fundadora de Chaponeros, basándose en su experiencia en la restauración de zonas degradadas, ofrece una guía práctica para quienes deseen replicar su modelo. 

“Mi primer consejo sería, uno, averigua cuáles son las especies nativas de tu lugar”, dice Natalia con una seriedad importante.

  1. El punto de partida esencial es la comunicación vecinal: “habla primero con tus vecinos”. Es crucial anticipar la resistencia (“y se me preparan porque van a encontrar resistencia” nos advierte Natalia Pavón) y, simultáneamente, identificar y consolidar un grupo de apoyo entre los vecinos que comparten la visión. Paralelamente, se debe mantener un diálogo continuo con los detractores: “sigan hablando y sigan charlando con los que no están a favor” y “háganles ver todas las ventajas que puede dar el reforestar”.
  2. La fundadora enfatiza la necesidad de informarse rigurosamente: “en las redes sociales circula una cantidad terrible y engañosa de información”. El consejo más importante es “averiguar cuáles son las especies nativas de tu lugar”.
  3. Comprender a fondo los beneficios ecológicos intrínsecos de la flora local –se debe saber que las especies nativas son las que “brindan todos los beneficios ecológicos y servicios ecosistémicos” y que son necesarios para “mantener los ciclos de lluvia”-. No se aconseja la plantación de especies no autóctonas.

Chaponeros: los héroes con pala

Desde la limpieza, las oposiciones, el financiamiento y hasta el acarreo de agua fueron obstáculos que los Chaponeros han podido sobrellevar. “Aparte de que plantamos, le damos cuidado y seguimiento a cada arbolito durante al menos 2 años”. El resultado es asombroso: “en el último censo que hicimos de nuestros árboles, tenemos aproximadamente el 93% de supervivencia gracias al cuidado que les proporcionamos”, dice con orgullo la fundadora.

Hoy, el cerro de Chaponeros es otro. “Tenemos 510 árboles nativos en la zona. Nuestra zona ya está reportada en sitios de avistamiento de aves, tanto en eBird como y Merlin, como zona de observación de aves. Se han reportado hasta 32 especies diferentes de aves en nuestras 3 hectáreas” entre las más conocidas están el rascador viejita, mirlos, cuitlacoche ceniciento, el gorrión mexicano, “el que nos ha traído mucha alegría al volver a avistarlo es el carpintero mexicano” responde Natalia cuando le preguntamos qué especies de pajarillos visitan este nuevo pulmón en la ciudad.

Pero sin duda lo que más se ha fortalecido es la comunidad de chaponeros que hacen posible este suceso. “Somos un grupo de amigos, somos un grupo de conocidos, nos queremos. Hay quien dice, ‘somos una familia.’ Yo creo que sí”, reflexiona la iniciadora de este grupo de héroes con pala.

Chaponeros no nació de una postura política, sino “del amor por la tierra”. Y como un sueño que se hace realidad, porque Natalia un día soñó con lo que es realidad el hoy día, ahora miran hacia el futuro con planes de “recuperar especies de flores” y continuar la revegetación para combatir especies invasoras, y así dar más elementos al entorno para su subsistencia y equilibrio ecológico. En el área incluso han encontrado mariposas monarca sin vida por lo que también trabajan en generar comida a las orugas que ahí hacen su metamorfosis o llegan por flujos migratorios.

De Iztapalapa para el mundo los Chaponeros… demostrando que la restauración ecológica y la revitalización urbana son posibles con compromiso comunitario y un enfoque en lo nativo. Su labor, que ha traído de vuelta a los huizaches a su hogar, nos entrega una poderosa lección: la transformación más significativa a menudo germina en la acción decidida de un pequeño colectivo que elige, sencillamente, “arreglar un pedacito” de su entorno. ¿Te atreverías?

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