Expertos reunidos en Costa Rica coinciden: la bioeconomía es una oportunidad para revolucionar el campo latinoamericano con innovación, sostenibilidad y justicia social. Pero, ¿estamos listos para aprovecharla?
A veces, la transformación no comienza en una fábrica ni en un laboratorio de Silicon Valley; a veces, empieza en el campo.
Durante la segunda semana de mayo, más de 150 voces de América Latina y el Caribe, conformados por investigadores, funcionarias, emprendedores, académicas y representantes del sector público y privado, se reunieron en Costa Rica para hablar de un concepto que suena complejo pero que puede tener implicaciones muy reales en nuestras vidas: la bioeconomía.
¿Y si te dijéramos que hay un modelo de desarrollo capaz de generar crecimiento económico sin destruir el planeta? ¿Uno que puede crear empleo, promover justicia social y frenar el cambio climático, todo al mismo tiempo?
Durante la Conferencia Internacional de la Red Latinoamericana de Bioeconomía 2025, que se desarrolló en la sede del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), mencionaron que:
Estamos ante una enorme oportunidad. Nuestras zonas rurales son grandes cuencas productoras de biomasa.”
Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Innovación con raíces profundas
Joachim von Braum, experto de la Universidad de Bonn mencionó que la bioeconomía no es solo biotecnología, también es innovación social, cambio en las políticas públicas y rediseño de nuestras ciudades y campos.
¿Te imaginas edificios hechos de madera, paneles de algas para generar energía o redes de agricultura local que aprovechen la biodiversidad de cada territorio? Todo eso podría ser posible.
Pero como todo cambio profundo, esta transición necesita más que ideas brillantes. Necesita alianzas, financiamiento, formación, voluntad política y compromiso comunitario.
Por eso el IICA inauguró un Centro de Agrobioemprendimientos e Inversiones, pensado para conectar estudiantes, investigadoras y emprendedores que quieran transformar el campo con soluciones sostenibles.

Bioeconomía: ¿utopía o camino posible?
La bioeconomía no es una receta mágica, tiene retos, como advirtió el mismo IICA, hace falta acompañamiento técnico, acceso a tecnología y estructuras inclusivas que no reproduzcan las desigualdades de siempre.
Porque si esta transformación no incluye a las comunidades que históricamente han sido excluidas como campesinas, indígenas, mujeres rurales, juventudes, no será una transformación real.
En un continente tan rico en biodiversidad como desigual en oportunidades, la bioeconomía no puede convertirse en otro discurso vacío.
Y tú, ¿ya te imaginaste cómo sería un futuro donde el campo sea el motor de innovación del continente?