Más de 170 países negocian un acuerdo histórico en Ginebra para frenar la crisis del plástico. Entre bloqueos políticos y lobby industrial este encuentro podría definir el futuro de la producción de plástico
Si cada botella, bolsa y envase de plástico que usamos en un día se apilara, podríamos llenar una piscina olímpica… en cuestión de horas. Y eso es sólo una pequeña parte del problema: cada año producimos 413 millones de toneladas de plástico. El 91% no se recicla y, tarde o temprano, acaba en el mar y en el aire, recientemente la ciencia confirmó la presencia de microplásticos en la sangre humana, y aunque aún no sabemos el alcance total del daño, los microplásticos ya circulan por la sangre humana.
El problema de un planeta plastificado
Cada año producimos 413 millones de toneladas de plástico. El 91% no se recicla: se quema, se entierra o termina contaminando mares, ríos, suelos además de organismos vivos., la advertencia es clara: estamos insertando un material indestructible en nuestros cuerpos.
Un centenar de países —muchos de África y América Latina, además de la UE— proponen un tratado que limite la producción desde la raíz. En el lado opuesto, potencias petroleras como Rusia, Arabia Saudí e Irán bloquean cualquier norma que reduzca la demanda, defendiendo la narrativa de que el problema es “mala gestión de residuos”, no la sobreproducción.
Lo que está en juego en Ginebra
En las negociaciones se discuten tres frentes clave:
- Límite global a la producción de plásticos, con enfoque especial en los de un solo uso.
- Gestión segura de residuos y químicos peligrosos para la salud.
- Apoyo financiero a países en desarrollo para implementar soluciones.
Según WWF, sin un freno a la producción, cualquier acuerdo se quedará en un maquillaje verde.El poder del lobby está más fuerte que nunca
En la cumbre no solo hay diplomáticos. Los representantes de la industria del plástico superan en número a los delegados de toda la UE. Y su influencia es palpable.
Bethanie Carney Almroth, ecotoxicóloga de la Universidad de Gotemburgo, denuncia que las empresas llevan años intentando desacreditar la ciencia con estudios sesgados que minimizan los riesgos del plástico, en una estrategia muy similar a la que usó la industria tabacalera.
Lecciones de quienes ya lo lograron
Aunque el acuerdo global aún es incierto, hay pruebas de que sí es posible reducir drásticamente el uso de plásticos:
- Chile: prohibición de bolsas plásticas desde 2018, evitando más de 5,000 millones de unidades.
- Ciudad de México: veto a plásticos de un solo uso, con reducciones notables en basura urbana.
- Ruanda: país prácticamente libre de bolsas plásticas desde hace más de 15 años.
Estos casos demuestran que con leyes firmes, voluntad política y campañas ciudadanas, se pueden cambiar hábitos y resultados.
La última oportunidad
El tratado de Ginebra podría convertirse en un hito comparable al Protocolo de Montreal —que salvó la capa de ozono— o en una oportunidad perdida. Lo que decidan estos días no sólo definirá el futuro de nuestros océanos, sino también el contenido invisible que llevamos en la sangre.
Si no frenamos la producción en la fuente, el sueño de un mundo libre de microplásticos seguirá siendo eso: un sueño.
Preguntas para seguir la conversación
¿Qué pesa más en las decisiones internacionales: la salud de millones o los intereses de unos pocos?
¿Estamos dispuestos a renunciar a productos desechables para frenar la contaminación?