Científicos desarrollan un pez robot que filtra microplásticos y también crean robots acuáticos sostenibles
Desde Europa llegan noticias que pueden sonar a ciencia ficción, pero que gracias a la tecnología, ya son más que una hipótesis: robots acuáticos capaces de desplazarse sin contaminar e incluso, al final de su vida útil, convertirse en alimento más nutritivo que el que se vende en tiendas de mascotas.
En paralelo, otro desarrollo se ha hecho viral: Gillbert, un pez robot que recolecta microplásticos mientras nada. Dos innovaciones que no solo limpian nuestros ríos y lagos, sino que demuestran que la inteligencia tecnológica también puede ser orgánica, ética y colaborativa.
Quizá te interese:
El agua está cada vez más contaminada de lo que imaginamos
La contaminación plástica en cuerpos de agua ha alcanzado niveles críticos. Cada año se vierten más de 11 millones de toneladas de plástico en los océanos, y los microplásticos, invisibles pero tóxicos, ya circulan en nuestros alimentos, cuerpos y ecosistemas.
Pero, ¿cómo recolectar lo que no se ve sin generar aún más residuos electrónicos? Ahí entra en escena la innovación.
En la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, un equipo de científicos desarrolló un robot acuático 100% biodegradable, con forma de barquito, capaz de desplazarse mediante una reacción entre dióxido de carbono, ácido cítrico, bicarbonato de sodio y propilenglicol. Todos materiales no tóxicos, sin baterías, sin plásticos.
Al terminar su tarea, el robot puede ser ingerido por peces, ofreciendo incluso 30% más proteína y 8% menos grasa que los alimentos comerciales para animales acuáticos. Así lo explicó Shuhang Zhang, doctorando y uno de sus creadores:
Gillbert: un pez robot con corazón ciudadano
Mientras tanto, en Reino Unido, la estudiante Eleanor Mackintosh presentó una idea al concurso Natural Robotics: un pez robot impreso en 3D que filtra microplásticos mientras nada. Su proyecto fue tan potente que, dos años después, Gillbert es una realidad desarrollada por la Universidad de Surrey.

Gillbert tiene el tamaño de un salmón, puede imprimirse con impresoras 3D domésticas gracias a su diseño de código abierto, y funciona con una malla fina en sus branquias que retiene partículas plásticas de hasta dos milímetros.
“Cuando su cavidad se llena, cierra la boca y expulsa agua limpia”, detallan los investigadores. Además, emite luz en zonas oscuras, lo que amplía su potencial en ambientes complejos.
Tecnología para la vida, no para generar más basura
Estos desarrollos comparten algo más que el agua: una solución innovadora que responde directamente a la crisis climática sin crear nuevos problemas. Son ejemplos claros de biomímesis aplicada, es decir, aprender de la naturaleza para resolver desafíos humanos.
📌 Sigue más historias de solución como esta en @LATANKmedia.
Quizá te interese