Descubre cómo un centro de investigación en el sur de Francia llamado Biodiversarium está uniendo ciencia, tecnología y educación para combatir la crisis climática y salvar la vida marina
Imaginen un lugar donde el fin de los Pirineos se sumerge en el mar y el futuro de nuestro planeta se observa a través de un microscopio. En Banyuls-sur-Mer, una pintoresca localidad francesa, se encuentra el Biodiversarium, un punto de encuentro entre la ciencia de élite y la divulgación accesible, un espacio donde la crisis de los ecosistemas marinos se enfrenta con investigación para salvar lo grande, hay que entender lo pequeño.
La historia de Eva Ortega
Biodiversarium se personifica en la labor de investigadores como la española Eva Ortega, su trabajo se enfoca en las comunidades microbianas, especialmente en el fitoplancton. Estos organismos diminutos son, en palabras de Ortega, los “pulmones del planeta”. Realizan fotosíntesis y aportan a la atmósfera una cantidad de oxígeno que desafía toda comprensión.
Pero el cambio climático está alterando su delicado equilibrio. El aumento de las temperaturas estratifica los océanos, dificultando que el fitoplancton acceda a los nutrientes que necesita para prosperar. Eva Ortega utiliza herramientas de inteligencia artificial para analizar datos y entender el impacto humano en estos “pulmones marinos”, una poderosa historia de cómo la tecnología puede servir para proteger la naturaleza. Este enfoque, que va de lo micro a lo macro, nos demuestra que la solución a los grandes problemas ambientales puede encontrarse en los detalles más pequeños.
De la ciencia en el laboratorio a la acción ciudadana
El Biodiversarium no se queda solo en el laboratorio. Su segundo pilar es la divulgación científica. A través de un acuario abierto al público, transforma la investigación en una experiencia inmersiva. Los visitantes pueden observar desde rayas y estrellas de mar hasta especies invasoras como el cangrejo azul. También se tocan temas cruciales como el impacto devastador del plástico en las tortugas marinas, que lo confunden con medusas, su alimento. Este enfoque educativo convierte a cada visitante en un agente de cambio potencial.
Además, el centro ha incubado iniciativas como Plastic at Sea, una startup que monitorea la contaminación por plásticos utilizando a los mejillones como “filtros naturales”. Emmanuel Maillard, uno de sus responsables, lanza una advertencia contundente
“La contaminación marina se habrá triplicado en 2050 si nadie hace nada”.
Con esto, nos recuerda que la innovación social no solo se gesta en la academia, sino que se extiende a la acción de la sociedad civil.
- ¿Qué otras iniciativas de investigación y divulgación ambiental conoces en tu país?
- ¿Crees que la tecnología es clave para la protección de nuestros océanos?
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