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Bicibús escolar: familias que transforman la movilidad en una experiencia de ciudad

Bicibús escolar: familias que transforman la movilidad en una experiencia de ciudad

El Bicibús en México impulsa una nueva forma de movilidad escolar sostenible y comunitaria

Por Samantha Nolasco

Datos de impacto:

  • 2021 → año en que surgieron los primeros bicibuses escolares en México.
  • +5 colectivos ciudadanos→ involucrados en su impulso: Bicimixtles, Bicionarias, Ruedas del Desierto, Visión Metrópoli, Jóvenes Líderes, entre otros.30 niños→ participan regularmente en el bicibús San Miguel Chapultepec (CDMX), acompañados por madres, padres y docentes cada viernes.
  • 100 % participación comunitaria→ las rutas y horarios son autogestionados por familias, con apoyo ocasional de tránsito municipal o Semovi local.
  • 25 minutos→ duración aproximada del trayecto del bicibús en la capital, desde Cuauhtémoc hasta Miguel Hidalgo.
  • 3 km→ distancia promedio de recorrido en bicibuses escolares urbanos (CDMX y San Pedro).
  • 5 ciudades mexicanas→ con iniciativas activas o documentadas: Ciudad de México, Naucalpan, Toluca, Gómez Palacio y San Pedro Garza García.
  • 1 política estatal relacionada→ el programa duranguense A la Escuela en Bicicleta, único caso de apoyo público directo a movilidad ciclista escolar.
  • 0 programas federales específicos→ no existe aún una política nacional que institucionalice el bicibús escolar en México.

El asfalto de la Ciudad de México, históricamente dominado por la prisa de los automotores ahora también es lugar de un movimiento rítmico, más lento, tierno y lleno de cuidados, la cadencia de los pedaleos infantiles camino a la escuela. 

Este fenómeno, conocido como Bicibús, es una recalibración profunda de lo que significa la movilidad urbana para las familias. La iniciativa que tiene sus raíces en una visión comunitaria comenzó como muchas grandes ideas, con una pregunta simple: “¿y si nos organizamos para venir a la escuela?”.

El chispazo que detonó esta organización surgió en junio de 2022, motivado por un video inspirador, “había visto un video del bicibus de Barcelona que se volvió muy famoso en redes sociales”, cuenta en entrevista para Latank Media Mónica Martínez, organizadora del primer Bicibus en Ciudad de México.

Lo cual le hizo pensar en la viabilidad local, simplemente la inspiró “ver que organizaban ese ejercicio en un entorno 100% urbano, es decir, que no era necesariamente un entorno de zona residencial. Eso me hizo pensar en la escuela de mi hija. Yo veía que un par de familias llegaban ya en bicicleta. Y también venía de ser parte de la organización de una iniciativa que se llama ‘Cicletada de las niñas’ que surgió originalmente en Chile y se ha replicado en distintas ciudades, incluida la Ciudad de México”, nos comparte Mónica Martínez.

La respuesta comunitaria fue inmediata y abrumadora. Cuando contactó a la asociación de familias, la mamá titular, Emily, de inmediato dijo: “sí, vamos a organizarlo”. La expectativa inicial era modesta —”yo pensaba que iban a llegar, no sé, dos o tres familias”— pero la realidad superó cualquier pronóstico: “ese primer ejercicio piloto estuvo nutrido por unas 15, 20 personas incluidas infancias en sus propias bicis”, recuerda Mónica.

¿Por qué la crianza te hace transitar diferente las ciudades?

Si bien la idea del Bicibús era comunitaria, su concepción no se entiende sin la profunda transformación que vivió la fundadora al convertirse en madre. Ella comenzó a moverse habitualmente en bicicleta hace unos 15 años, coincidiendo con la primera ciclovía en Reforma. Sin embargo, el cambio mental y físico que experimentó la obligó a “recalibrar” su andar.

La apertura de la ciclovía de Insurgentes, surgida durante la pandemia de covid, fue un evento clave para ella, “para mí eso mentalmente fue como una llave que abrió la posibilidad de ir más lejos”. Pero la maternidad añadió una capa de cautela y conciencia que no existía antes.

“No sentía una vulnerabilidad tan alta como después de ser mamá y eso me hizo repensar algunas formas de moverme desde ciertas rutas”, nos comparte.

Llevar a un hijo en la bicicleta altera no sólo la dinámica y el equilibrio —”que lo lleves en un asientito trasero… implica cambios en las dimensiones incluso de tu bici del equilibrio, del centro de gravedad”— sino también la química personal: “a mí sí químicamente me cambió el cerebro tal cual” dice Mónica refiriéndose a las grandes transformaciones que experimentó su cuerpo luego de la llegada de su hija.

Este nuevo entendimiento de la vulnerabilidad la llevó a buscar rutas “a lo mejor un poco más tranquilas” y a preferir caminos que le daban mayor sensación de tranquilidad, incluso si no eran el camino más corto. Diez años después de rodar juntas, Mónica y su hija, esa conciencia del espacio y la movilidad cruzada con el cuidado se ha mantenido, pues aunque las ciclovías contribuyen a la seguridad, las infancias siguen siendo “un sector vulnerable” en la movilidad de una gran urbe como es la Ciudad de México.

¿Cómo es la logística para que las infancias lleguen seguras?

La dinámica del Bicibús opera bajo un principio de responsabilidad compartida, donde la seguridad reside en la visibilidad colectiva. Si bien “cada familia, digamos, es responsable de su participación”, el espíritu se centra en la premisa “nos cuidamos entre todos”. La estrategia principal es el número: entre más personas participan, hay mayor seguridad y mayor visibilidad.

Para proteger a los ciclistas más pequeños, los adultos “de alguna manera los encapsulamos”. Es imperativo que cada niño o niña vaya acompañado de su padre o madre, pues cada adulto asume distintos roles de cuidado dentro de la rodada.

Un factor crucial que diferencia un Bicibús de una rodada de adultos es el ritmo. La entrevistada subraya que las infancias “se mueven un ritmo distinto, no pedalean al mismo ritmo de los adultos”. Por ello, la hora de salida se adelanta típicamente unos 15 minutos, creando un “colchón de tiempo”. Este adelanto no solo permite ir al ritmo del grupo, sino que también busca que el colectivo llegue a la escuela “antes de la hora pico” evitando el caos vehicular y peatonal de las 7:55 AM, donde la gente está “un poco más con las prisas”.

No obstante, el trazado de las rutas, que debe ser el “mejor camino posible para las distintas familias” que participan, confronta los límites de una ciudad que aún no prioriza la movilidad activa. Las rutas se ven obligadas a cruzar “vías primarias importantes”, exponiendo una falla estructural en el diseño vial.

“La semaforización, la verdad, no respeta la pirámide de movilidad” explica Mónica Martínez. La situación puede ser crítica: “tú como mamá con una carreola, tienes 30 segundos para cruzar una vía primaria que es anchísima y 30 segundos no son suficientes”.

En estos puntos críticos, la ayuda del grupo y el apoyo externo (como los agentes viales) es vital. La sensación persistente es que la infraestructura privilegia al auto. “Tengo personalmente la sensación de que este ciclo escolar, la semaforización está privilegiando los autos, digamos, circulando sobre vías primarias, para que tengan preferencia”. A pesar de estos retos, el esfuerzo es comunitario y monumental, recorriendo un promedio de 3 kilómetros, una distancia “bastante, para una infancia en la mañana”.

¿Cuál es la motivación que deja esta forma de movilidad con las infancias?

Más allá de la logística compleja y los retos de seguridad, el verdadero sentido del Bicibús es la alegría que genera en los participantes más jóvenes. El impacto emocional es tan fuerte que, para muchos, ir a la escuela se convierte en un placer.

“Para los niños sí es como un gozo,” afirma Mónica. “Hay muchas familias que refieren que el único día que sus hijos están a tiempo e incluso antes es el día que hay bicibús“.

Los niños llegan felices, “van platicando, van sonando sus campanitas”, y se animan mutuamente a pedalear. Pero el beneficio más profundo que otorga este ejercicio es devolverles un espacio de libertad que la vida urbana actual les ha arrebatado.

“Tienen un poco más de margen para ser niños y niñas, ¿no?… yo crecí en una generación que tuvo chance de salir a la calle a jugar y andar en bicicleta sin supervisión, cosa que los niños actualmente no tienen”, lamentó.

Al ir en grupo y bajo el cuidado de los padres, los niños pueden ocupar las calles ganando experiencia y confianza en el entorno real, no solo en un contexto recreativo.

Además, el Bicibús ha generado lo que la organizadora llama “efectos secundarios y efectos racimo”. Aunque el recorrido organizado solo es matutino (generalmente no hay un Bicibús de regreso con el mismo volumen, debido a la dispersión de horarios de salida), la iniciativa ha provocado que las familias se conozcan y creen redes y comunidad.

Lo más alentador es que las familias que participan en el evento quincenal o mensual extienden el hábito a su día a día.

“Un efecto secundario muy interesante del bicibus y yo diría como muy alentador es que las familias empiezan a ser como pequeños bicibus el resto de la semana“.

Esto no sólo motiva a los niños a usar más la bicicleta, sino que impulsa a otros que ven el grupo pasar y piden a sus padres que se integren.

Mónica Martínez destaca a Latank Media que el modelo no es difícil de replicar, que hay que tener ganas de realizarlo, poner el cuerpo y el tiempo para que las infancias tengan una oportunidad de hacer suyas las calles. Y que si bien hay espacios en la misma CDMX y Nuevo León que han pedido su asesoría para echar en marcha bicibuses, son las personas locales las que mejor saben cómo aplicar el proyecto pues conocen las rutas y especificaciones del terreno.

“Sólo hace falta que se animen”.

¿En dónde están los Bicibus?

  • Ciudad de México (CDMX): la iniciativa comenzó en 2022 en la colonia San Miguel Chapultepec. Cada semana decenas de niños y padres se reúnen una vez por semana para pedalear juntos; se estima que acuden 30 menores por rodada.
  • Naucalpan, Estado de México: en agosto de 2021 se creó un bicibús escolar en la primaria Carmen Serdán de San Rafael Chamapa (Naucalpan) a raíz del regreso a clases post-COVID. Inició con dos estudiantes acompañados de adultos del colectivo Bicimixtles, luego se sumaron otros cuatro alumnos y una maestra, todos viajando 2 km hasta la escuela. En este caso la Secretaría de Movilidad del Edomex proporcionó chalecos reflectantes para el proyecto.
  • Toluca, Estado de México: en septiembre de 2021 un grupo de activistas (colectivo Bicionarias Mujeres al Volante) puso en marcha el “primer bicibús preescolar del Edomex”, con salidas dos veces por semana desde la Col. Parques Nacionales rumbo a otras escuelas cercanas. Esta iniciativa ciudadana destacó la demanda de rutas seguras para ciclistas menores de edad.
  • Gómez Palacio, Durango: a fines de marzo de 2023 arrancó un programa piloto en el Conalep Centro Mexicano-Francés de Gómez Palacio. Se entregaron 13 bicicletas a alumnos seleccionados (menores que vivían a 5 km de la escuela) gracias al apoyo de ONG locales y del consulado americano. El trayecto es de unos 3.5 km (8 minutos) por una ruta que anteriormente tomaban pagando transporte público.
  • San Pedro Garza García, Nuevo León: desde 2024 grupos de padres del Instituto Nezaldi (Valle Poniente, San Pedro) organizaron un bicibús que aprovecha la ciclovía Vía Libre en Alfonso Reyes. Aunque no hay anuncio oficial de fecha inicial, a principios de 2025 los recorridos diarios ya funcionaban; sin embargo, las fuertes contingencias ambientales los suspendieron en febrero 2025, luego los vecinos exigieron su restablecimiento tras el retiro de una ciclovía.

🚲 Preguntas para reflexionar

  1. ¿Por qué no vemos muchos más planes como éstos en el resto del país?
  2. ¿Qué pasaría si cada escuela tuviera su propio bicibús?
  3. ¿Estamos enseñando a las nuevas generaciones a moverse o solo a transportarse?

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