La trayectoria de pacificación tras un prolongado conflicto interno no ha sido fácil, por ello con la Fundación Compaz, repensamos el concepto de paz y lo que implica llegar a este objetivo
Hay quienes piensan que los conflictos son inherentes a la naturaleza del ser humano, hay una opción latente por tomar lo que se quiere a la fuerza; sin embargo, es todavía más humano ver las implicaciones que la fuerza y la violencia provocan en las sociedades, en el medio ambiente, en los núcleos familiares. Sobre todo en este momento de la historia, hemos visto en redes sociales, en las noticias, un sin fin de reportes de guerra y conflictos armados alrededor del mundo, sobre estos complejos temas hay una mirada esperanzadora y con toda la experiencia de llevar a flote una situación violenta pacificando todo un territorio.
Esta vez nos enfocamos en el caso colombiano y las lecciones que le han regalado al mundo desde los cometidos que se firmaron en 2016 y merecieron un Nobel de la Paz al entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Contexto clave:
- 2016: año de la firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en Colombia.
- 4 años: duración de las negociaciones en territorio neutral en La Habana, Cuba, con las FARC.
- 12.828 personas: excombatientes de las FARC en proceso de reincorporación a la sociedad.
- Más de 8.600 personas: excombatientes de las FARC inmersos en proyectos productivos individuales o colectivos.
- Más de 50: procesos de reparación colectiva para víctimas del conflicto.
- 170 municipios: número de municipios donde se han invertido en planes de desarrollo y obras de infraestructura gracias al proceso de paz.
La posibilidad de encontrar un propósito común más allá de las diferencias de creencias es crucial. Colombia, una nación resiliente, ha recorrido un arduo y complejo camino hacia la paz. Durante más de 50 años, el país estuvo inmerso en un conflicto armado interno que dejó profundas cicatrices en su tejido social.
Sin embargo, un hito transformador se gestó cuando se propusieron hacer acuerdos para la paz con sede en La Habana, Cuba, donde tras cuatro años de intensas negociaciones con las FARC (paramilitares), se firmó en 2016 el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera.
Este acuerdo, sin precedentes por su ambición y alcance integral, puso fin a décadas de confrontación con la insurgencia más grande de Latinoamérica, impulsando la desmovilización de miles de combatientes y su posterior incursión en la vida pública.
El Acuerdo de Paz colombiano, un documento que supera las 300 páginas —en contraste con el promedio de 30 de otros acuerdos globales—, se propuso no sólo la desmovilización, sino una transformación profunda de las condiciones que originaron el conflicto.
Abordó temas cruciales como el cese al fuego, la dejación de armas, la participación política, una ambiciosa reforma rural integral, y la atención a las víctimas, estableciendo mecanismos de reparación que incluyen procesos colectivos. También buscó abordar la problemática de los cultivos ilícitos, una fuente constante de violencia.
A pesar de estos avances significativos, la implementación del acuerdo aún enfrenta desafíos considerables en áreas afectadas, la reincorporación plena de los excombatientes, y la garantía total de los derechos de las víctimas.
En la actualidad, el gobierno colombiano impulsa la política de “Paz Total”, un esfuerzo continuo por extender los diálogos a otros grupos armados y criminales, buscando consolidar una paz duradera que requiere la participación activa de todos los sectores de la sociedad.
Dentro de este ecosistema con todo un camino recorrido se encuentra la Fundación Compaz, que ha sido un actor fundamental, dedicándose a dotar de un nuevo sentido a la paz en Colombia. Su visión trasciende la mera ausencia de conflicto; busca construir una paz activa, sostenible y arraigada en el corazón de las comunidades.
Reconocen que la paz no es un destino final, sino un proceso continuo que exige el compromiso de todos.
¿Por qué para la paz es necesario el fortalecimiento de líderes e iniciativas comunitarias?
En entrevista con Natalia Roa, directora de comunicaciones y alianzas estratégicas de la Fundación Compaz, nos compartió que en la filosofía de este organismo, las personas son el recurso más valioso para la construcción de la paz. Por ello, invierten significativamente en el desarrollo y empoderamiento de líderes comunitarios y de diversas esferas sociales.
Estos líderes, a su vez, son los catalizadores de iniciativas locales que abordan desafíos específicos relacionados con la convivencia y la reconciliación.
La fundación acompaña estos procesos, brindando herramientas, capacitación y redes de apoyo que amplifican el impacto de estas acciones a nivel local y regional.
Se promueve activamente la reintegración económica a través del emprendimiento, como lo demuestran proyectos turísticos liderados por excombatientes que transforman antiguas rutas de conflicto en senderos de paz.
Iniciativas de producción de aceites esenciales impulsadas por mujeres firmantes de paz y miembros de la comunidad como es el caso del departamento de Caquetá, en la Amazonia. Iniciativas que no sólo generan ingresos, sino que reconstruyen el tejido social y demuestran cómo quienes antes empuñaron armas, ahora apuestan por la vida.
“Acá en Colombia con muchas dificultades hemos logrado que los guerrilleros empiecen a reincorporarse a la sociedad civil, que la propia sociedad civil empiece también a derribar tantos mitos, tantos estigmas que rodean a los guerrilleros, porque a la larga muchos guerrilleros también son víctimas del conflicto, muchos se hicieron parte de las FARC a causa del reclutamiento forzado, de los desplazamientos, entonces esa posibilidad de encontrarse, de encontrar un propósito común más allá de que no pensemos igual, creo que es una lección linda como para rescatar, y ojalá para intentar aplicar en otros escenarios tan sencillos como: una pelea con un vecino, y tan complejos como el enfrentamiento entre países” dice Natalia Roa de la Fundación Compaz.

¿La generación de conocimiento debe estar acompañada de recursos de aprendizaje, estos son cimientos para la paz?
Para que la construcción de paz sea efectiva y replicable, es esencial comprender sus dinámicas y extraer lecciones valiosas de la experiencia. La Fundación Compaz se dedica a la producción y difusión de conocimiento sobre los procesos de paz. Esto implica investigar, documentar y analizar las diversas facetas de la construcción de paz en Colombia.
El conocimiento congregado en los acuerdos de paz no sólo sirve a los tomadores de decisiones, también impacta a las personas dentro de las comunidades, por ello Natalia destaca lo siguiente:
“De ese acuerdo, que es tan profundo y tan ambicioso, consideramos que era importante crear unas herramientas que le permitieran a la gente aproximarse a estos temas desde distintos formatos. Por un lado tenemos una plataforma que creamos que se llama la biblioteca abierta del proceso de paz colombiano que está 100% destinada a reconstruir la historia del proceso. Entonces ahí hay una línea del tiempo interactiva con fotos, con videos, con documentos. Hay un archivo con documentos históricos del proceso desde la negociación, las propuestas de cada parte, las declaraciones que hacían, discursos importantes del presidente Santos, cartas que se intercambiaron, pero también hemos creado contenido para las audiencias digitales.
La Biblioteca Abierta del Proceso de Paz Colombiano (BAPP), a través de su sección de recursos en video, ofrece un compendio visual y explicativo sobre el complejo camino de Colombia hacia la reconciliación.
Esta plataforma tiene como propósito desglosar el “cuándo, qué, cómo y quién” de este trascendental proceso, poniendo a disposición del público un amplio abanico de recursos que incluyen archivos históricos, galerías fotográficas, etc.
“Entonces, tenemos un video de resumen del proceso, tenemos un video de cada una de las fases, un video de cada una de los puntos del acuerdo, porque como seguramente saben, este es uno de los acuerdos más ambiciosos que se ha negociado para que se hagan una idea el promedio de páginas de una de los acuerdos acuerdos de paz que se habían negociado hasta el momento era de 30, el Acuerdo de Paz Colombiano tiene más de 300 páginas. ¿Por qué? Porque este no es un acuerdo para desmovilizar a una guerrilla, sino que apuntaba además a cambiar esas condiciones que originaron el conflicto en primer lugar”, menciona Natalia Roa.
Entre los temas abordados se encuentran aspectos cruciales como las curules de paz, que buscaban dar representación a los territorios históricamente afectados por la violencia, y el Estatuto de Oposición, diseñado para fortalecer la participación política de las voces disidentes. Asimismo, se explora en profundidad la transición de las FARC-EP de un grupo armado a un movimiento político legítimo, incluyendo el meticuloso proceso de dejación de armas.
La colección de videos también profundiza en los orígenes de los diálogos de paz de 2012 y los enormes desafíos inherentes a negociar en medio de un conflicto activo. Se narra la historia de la renegociación del acuerdo de paz tras el plebiscito, un momento decisivo para el país. Otro foco importante es la relevancia de la participación ciudadana en la construcción de la paz, las ambiciones de la reforma rural, la ampliación de la participación política, las estrategias para el fin del conflicto y la manera de abordar el problema de las drogas ilícitas.
Un elemento central en la narrativa de la BAPP es el papel protagónico de las víctimas a lo largo de todo el proceso. Los videos resaltan las lecciones aprendidas de otras experiencias internacionales, el invaluable apoyo de la comunidad global y la inclusión de un capítulo étnico para salvaguardar los derechos de las comunidades indígenas y afrodescendientes de Colombia.
¿Qué estrategias de reconciliación nos deja el proceso colombiano?
Si bien la experiencia colombiana ha demostrado la eficacia de diversas estrategias en la reconciliación y reintegración social posconflicto, esto ha sido desde la localidad y el conocimiento de su contexto. Latank le preguntó a Natalia Roa si los aprendizajes del acuerdo de paz podrían servir en un mundo tan beligerante como el que ahora vivimos y esto nos compartió:
“Yo creo que hay muchas lecciones seguramente tanto del proceso como del acuerdo que podrían servir en términos generales. Claro. Pero desafortunadamente ningún proceso de paz es igual. Los conflictos que estamos viendo ahora en Israel y en Gaza y ahora entre Israel e Irán, pues tienen además un historial bastante complejo detrás de terceros países involucrados, de intereses geopolíticos, económicos. Entonces es muy complejo, pero yo creo que si pudiéramos sacar una conclusión es que el proceso de paz colombiano ayudó a recuperar esa humanidad que estaba tan perdida en los adversarios, en los enemigos y eso es algo que creo que está absolutamente perdido.
“La deshumanización del otro porque piensa distinto, porque está del otro bando, porque tiene la otra bandera, es lo que justamente está llevando a la degradación de estos conflictos en los que la gente perfectamente sale a defender que estén bombardeando gente que está pidiendo comida, que estén limitando las entregas de alimentos y de ayuda humanitaria. Esa degradación creo que hay que detenerla, o sea, hay que poder recuperar esa humanidad y entender que independientemente de la camiseta de fútbol, o de la bandera, o de la religión, o de la ideología, pues todos compartimos un mínimo de humanidad y merecemos un mínimo de respeto y de dignidad. Es muy doloroso ver cómo estos conflictos están exacerbando esos odios. Las redes sociales también están contribuyendo justamente a volver esto una especie de chiste o de tomarlo con una ligereza que es inadmisible” sentenció.
En este sentido todas las estrategias que el acuerdo de paz convocó están enfocadas en reconstruir el tejido social y restaurar la humanidad perdida.
Una de las aproximaciones se centra en la reconstrucción del tejido social y el fomento de la integración comunitaria. Aquí, iniciativas donde excombatientes y comunidades se mezclan, historias lo confirman como: un equipo de rafting, conformado por antiguos adversarios y locales —que incluso ha representado a Colombia en torneos internacionales—, simbolizan el poder de la unión y la convivencia.
El proceso de paz ha permitido recuperar la esencia humana que se había perdido entre adversarios. Ejemplos conmovedores incluyen la creación de una organización de “desminado humanitario” compuesta por exguerrilleros de las FARC, “quienes ahora dedican sus esfuerzos a limpiar minas y educar a las comunidades sobre sus riesgos”.
La búsqueda de la verdad, la reconciliación y los reencuentros también ha jugado un papel crucial. La Comisión de la Verdad facilitó encuentros históricos, donde exguerrilleros se reencontraron con sus familias después de décadas, y militares con excombatientes se perdonaron mutuamente. Estos “reencuentros” son un testimonio tangible de la posibilidad de sanar heridas profundas.
En esencia, estas estrategias subrayan un compromiso a largo plazo que exige un esfuerzo constante y la voluntad fehaciente de todas las partes involucradas.
Ahora te invitamos a tomarte un respiro ante este enorme desafío que es la paz y nos acompañes a pensar ¿cómo podemos reimaginar el problema para encontrar soluciones disruptivas? ¿Qué alianzas improbables o colaboraciones interdisciplinarias podrían generar la chispa necesaria para resolver retos aparentemente insolubles? En Latank queremos escucharte, compártenos tus comentarios.